¿Por qué Villa Hidalgo?

¡Lean el Decreto 2153, aquí les dejo el texto íntegro, original, legítimo! Los 15 diputados de aquel Congreso jaliciense de muy ingrata memoria JAMAS determinaron cambiar el nombre al municipio, solo a la cabecera.

Por aquellos días, estaba el país de lo más revuelto.

Aunque alejado de los más importantes centros urbanos y de los caminos más importantes, el poblado también se hallaba «muy quien sabe cómo»…

Desde que la nueva Constitución federal y la propia Carta Magna jaliciense habían sido publicadas, se esperaba entrar en un proceso estabilizador. No fue así.

Paso de Sotos estaba como siempre asediado por las ambiciones de «politiquillos» que se disputaban dirigir los destinos municipales. Desde el momento en que desapareció la organización cantonal y los municipios debieron enfrentar sus propios modos y maneras de administración, aquello era un continuo desorden. Reflejo indudable del acontecer estatal y nacional.

Entre 1919, cuando J. Teobaldo Pérez y su «camarilla» propuisieron el cambio de nombre a Paso de Sotos, hasta este día 3 de junio en que salió publicada la noticia en EL JALICIENSE, periódico oficial del gobierno, transcurrieron dos años. En el lapso hubo al menos cuatro «Encargados» de la administración municipal (con funciones de Presidente). De entre ellos, debe destacarse los nombres de Benigno Cervantes, Luis Aguayo Ulloa y J. Ventura Ruvalcaba. Para ese mes y año (3 de junio de 1922) fungía Martín Mendoza.

Este Señor Mendoza tenía cerca de 40 años de edad; era hijo de Eutimio y Ma. Marcedes Esparza. Peluquero por oficio, estaba casado con Francisca Serna. Hombre de grueso cuerpo, afecto a la música pues había formado parte de una -hasta ahora- desconocida Banda Musical formada por puros locales. Martín Mendoza, con su característico «bigotazo» cuyas puntas apuntaban al cielo, ya había ejercido las funciones de primer Alcalde en 1920.

Para este momento, 3 de junio, la Tesorería estaba «sin arbitrios». No había logrado reponerse de los asaltos de revolucionarios (por ejemplo de aquel cometido por Elías esqueda en 1914) ni de los saqueos de varios presidentes de consejo municipal que, al irse y abandonar todo, muchas veces se les pegaba «algo».

La noticia del cambio de nombre de Paso de Sotos (la cabecera municipal) por otro, Homenaje a Miguel Hidalgo, no sorprendió a los que estaban en la humilde «oficina municipal» construida de burdos adobes, Esta loquera agarró desprevenida a la mayoría de los pobladores que ‘de buenas a primeras’ ya vivían en un desconocido lugar,,,

Que «ya no es pueblo, Chon, Ya es una Villa tú, ¿si entendiste?»

La Villa de Hidalgo recibió Acta de Legal existencia en Guadalajara. En Paso de Sotos muchos de los educandos del Profe Aristeo Ruiz y de Cholita Avelar, también saben leer y escribir, pero los periódicos casi nunca llegan hasta acá: ¡mucho menos los de Guadalajara!

La Villa de Hidalgo, cuando todavía en 1921, los pretenciosos de ese momento jugaban al «¡qué nombre le pondremos, Matarili Liri lón!» Pues la cosa estaba entre Villa Independencia, Villa Morelos y aquel viejo sueño de Teobaldo, Villa Zaragoza.

«¡Y la ganadora es…¡¡Villa Hidalgo, Señores!!»

Eso no es execrable. Está bien si aceptamos la tontera de «somos tan pobres que no podemos levantar estatuas ni monumentos…»

Lo verdaderamente deleznable fue que se haya permitido -por pura pereza mental que denuncia incuria- que POR LA VILLA, A TODO EL MUNICIPIO SE IMPONGA EL NOMBRE.

¡Lean el Decreto 2153, aquí les dejo el texto íntegro, original, legítimo! Los 15 diputados de aquel Congreso jaliciense de muy ingrata memoria JAMAS determinaron cambiar el nombre al municipio, solo a la cabecera.

Respetar a la letra. Eso es todo.

Pido a mis amigos y contactos compartir y comentar.

Por Jalyv. Cronista.
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