La Guerra del Mixtón, Tenamaxtle nuestro Espartaco

La versión chichimeca de Espartaco contra los romanos es el gran Tenamaxtle contra los españoles

La Guerra del Mixtón

La Guerra del Mixtón fue una rebelión indígena en contra de la invasión y opresión española, en la provincia de Nueva Galicia, en los actuales estados de Jalisco, Zacatecas, Nayarit, Aguascalientes y Colima, el punto más álgido del conflicto se dio entre 1541 y 1542, sin embargo la rebelión inició en 1539 y había ocurrido un levantamiento previo en la región en 1537.

Se originó por los abusos cometidos por la expedición del conquistador Nuño de Guzmán, las congregaciones en las que eran reunidos  los indios y la explotación a la que eran sometidos mediante el sistema de la encomienda.

La rebelión se extendió por todo el occidente de la Nueva España, uniendo a los diferentes grupos indígenas de esta zona, principalmente caxcaneszacatecos y tecuexes, los rebelados se proponían expulsar a todos los españoles de la región, erradicar la nueva religión impuesta por ellos y mantener a los antiguos dioses, propagando la rebelión a los demás pueblos sin distinción de fronteras. En esto constituía una reacción anticristiana mayor a las causadas en el centro de la Nueva España. Debido a la extensión de la insurrección y la urgencia de los españoles de detener su expansión, el propio virreyAntonio de Mendoza, al frente de 600 españoles y alrededor de 50 000 aliados indígenas, entre tlaxcaltecas, mexicas, huejotzincas, chalcas y purépechas, dirigió la respuesta contra los insurrectos, venciéndolos en diversos enfrentamientos y esclavizando a los pocos sobrevivientes.



El sistema de la encomienda continuó existiendo, a pesar de las Leyes Nuevas dictadas en 1542, el ejército español continuó esclavizando indios, con la legitimización de ser prisioneros de guerra, y más tarde, el descubrimiento de las minas de plata en Zacatecas introdujo la presencia española al interior de la antigua zona del conflicto. Posteriormente el avance español hacia el norte causó la Guerra Chichimeca, más duradera, de 1550 a 1590 aproximadamente, y extendida por toda la frontera de los territorios conquistados.

códice telleriano-remensis

En esto su estudio me parce importante porque este proceso conformó gran parte del posterior desarrollo del occidente mexicano, puso en riesgo la permanencia española en la Nueva España y constituye la más grande muestra de la complejidad de la conquista de amplias zonas del virreinato.

Por ello, a modo de hipótesis propondría que la caída del imperio mexica no significó sino el sometimiento del centro de mesoamérica, permaneciendo amplias zonas al margen de los acontecimientos, igualmente la conquista y evangelización de la población no eran necesariamente irreversibles.

Antecedentes

Durante el proceso de conquista y colonización, la encomienda constituyó la base de la economía virreinal, en esta se pacificaban y reducían a los naturales, y los pueblos de indios eran repartidos entre los conquistadores españoles, a quienes correspondía la defensa y la instrucción cristiana de aquellos que les eran encomendados. En la práctica, el encomendero gozó de excesivos privilegios, su autoridad le permitía beneficiarse del trabajo de los indígenas y exigiéndoles tributos exorbitantes.

Sobre la institución de la encomienda en la Nueva España,  María Elena Galaviz ha escrito:

La Ley 1, Título 5, libro VI de la Recopilación de Indias, establecía que en razón del reconocimiento de señorío y servicios como súbditos de la corona, debían los indios tributar del modo que lo hacían a sus tecles y principales. El tributo debía pagarse en moderada cantidad de los frutos de la tierra y ser entregado a los encomenderos para facilitar el cumplimiento de las cargas a que estaban obligados. En la práctica las cosas sucedieron de muy diversa manera, en ocasiones el tributo fue sustituido por servicios personales y el indígena obligado a trabajar al apremio y sujeción del encomendero. (Galaviz, 1967: p.17).

Sobre el régimen de congregación esta investigadora afirma que la congregación de los indios o su reducción a pueblos, fue una solución esencial de la política colonizadora en el norte de la Nueva España.Sin embargo, esta política fomentaba el descontento de la población al ver arrebatadas sus tierras.

Uno de los mayores obstáculos con que tropezaron las reducciones fue la resistencia que presentaron los indios para desprenderse de las tierras que de antiguo poseían y esto no sólo por amor a ellas, sino por el recelo de que la congregación era un pretexto a que recurría la codicia española para apoderarse de las propiedades indígenas. En esto no andaban equivocados, ya que, apenas se establecía la congregación, las tierras pasaban a manos de españoles mediante el mercedaje. (Ibídem: p. 19).

Posteriormente narra los hechos de diversas rebeliones ocurridas en el norte de la Nueva España, y sobre el levantamiento del cacique Guaxicar en 1537 afirma:

Sucedió que un cacique de gran influencia y popularidad llamado Guaxicar sublevó a los indios de Guaxacatlán, Xocotlán y Ostotipaquillo (situados al noroeste de Guadalajara). Al enterarse de ello, el gobernador Pérez de la Torre, que se encontraba en Tonalán, reunió a algunos capitanes y decidió salir con tropas españolas e indígenas a combatir al cacique. (Ibídem: p. 98).

La Guerra

Después de vencido este levantamiento, narra otra sublevación de indios en las cercanías de la sierra de Nayarit en el año de 1539, en que una vez establecida la villa de Compostela, el conquistador Cristóbal de Oñate regresó a Guadalajara, donde apenas llegado, recibió la noticia de que los indios de Guaynamota y Guazamota  cerca de la sierra de Nayarit, se habían insurreccionado y dado muerte a su encomendero Juan de Arce.

Luego se basa en Antonio Tello para explicar la causa de la sublevación:

Tello nos dice que la ocasión del motín fue un baile propio de los indios (el Tlaxicoringa)en el cual hacían girar con los pies una calabaza hueca que pasaba después de mano en mano, ejecutando al mismo tiempo ciertos movimientos al ritmo de sones acompasados. Estaban los indios bailando, cuando sopló un fuerte viento y les arrebató la calabaza. Tal incidente ocasionó gran sorpresa y, no comprendiendo, los indios el fenómeno, recurrieron a la interpretación de las adivinas o agoreras, quienes dijeron que eso significaba que los indios debían tomar las armas y arrojar del país los españoles,



“… pues con la misma facilidad con que el viento les había arrebatado la calabaza, así ellos arrojarían a sus opresores…”

La rebelión de los indios de Guaynamota y Guazamota se extendió entre varias tribus vecinas. Los cazcanes de Juchipila, Tlaltenango, Nochistlán y Teocaltiche, aprovechándose de estas circunstancias se conjuraron también contra los españoles, (Ibídem: pp. 98 y 99).

Posteriormente los caxcanes abandonan sus pueblos y rancherías, quemando las iglesias y capillas, y se reúnen cerca de Juchipila en el Mixtón, donde vencen en una escaramuza al capitán visitador de Guadalajara don Miguel de Ibarra.

Los indios de Tlaltenango, Xalpa y Nochistlán también se rebelan y obligan a huir a sus respectivos encomenderos, saqueando las iglesias y las casas de los españoles, luego se reúnen en Tepetixtaque refugiándose en el Peñol, donde también vencen a los hombres de Ibarra. Y describe algunos actos de los sublevados en contra de la religión impuesta:

La insurrección se propagó de un modo alarmante. Toda la región de Juchipila y Apozol se levantó contra los españoles, intentando asesinar a los religiosos fray Antonio de Segovia y fray Martín de Jesús, que se hallaba en Juchipila, quemaron el monasterio e hicieron escarnio de los objetos sagrados. (Ibídem: p. 100).

Sobre la reacción contra la religión cristiana de la rebelión del Mixtón, el historiador francés  Serge Gruzinski afirma que esta rebelión tuvo la particularidad de haber sido dirigida a la vez contra los españoles y contra el cristianismo, aunque el origen sea la brutalidad de la conquista del occidente por Nuño de Guzmán y sus hombres, acompañada por la política de sedentarización forzada que instituyeron los franciscanos.

Se puede pensar que a causa de esas tentativas de sedentarización mal llevadas, los franciscanos debieron afrontar en el occidente una cierta hostilidad. Por una parte se les vio como auxiliares de los españoles, por lo tanto como aliados de los esclavistas; por la otra, introdujeron en el modo de vida local unos cambios que no podían dejar de ser molestos. Comoquiera que sea, los actores de la revuelta del Mixtón asociaron cristianismo con hispanidad y tuvieron a los religiosos y a los conquistadores por uno solo y mismo enemigo. Fray Antonio de Cuéllar fue asesinado en Ameca a su regreso de México, poco tiempo después del hermano Calero. El francés Bernard Cossin fue acribillado con flechas en el valle de la Guadiana. Los monasterios fueron quemados las iglesias profanadas. Se vio a los indios en Tepechitlán (Zacatecas) dedicarse a ceremonias sacrílegas, parodiando la misa y remedando la adoración a una tortilla de maíz. En Nochistlán, cuando los conversos se unían a la resistencia indígena, se les lavaba la cabeza para borrar toda huella del bautismo cristiano y se les imponía una penitencia para que se purificaran de su pasado de conversos. La revuelta de Nueva Galicia, por lo tanto, fue indiscutiblemente anti cristiana. (Gruzinski, 1991: p 197).

Sobre los líderes de la rebelión, Galaviz menciona “Los jefes de los sublevados, indios ya bautizados que tenían gran influencia y prestigio eran Tenamaxtle, conocido por don Diego el Zacateco, y don Francisco Aguilar, cacique de Nochistlán, cuyo nombre indígena se desconoce.” (Galaviz, op. cit: p. 101). Jesús Flores Olague y colaboradores consideran a Tenamaxtle líder de la insurrección, y mencionan:

nochistlan

Así, Tenamaxtle, señor de los cazcanes, se convirtió en cabeza de la más grande insurrección virreinal en la Nueva España, en territorio de la Nueva Galicia y, con mayor precisión, en tierras de los asentamientos cazcanes que hoy pertenecen al estado de Zacatecas. El movimiento de resistencia tuvo como puntos de partida el valle de Tlaltenango, la sierra de Nayarit y las regiones de Juchipila, Nochistlán y Teocaltiche. Tenamaxtle fue secundado, en sus respectivas demarcaciones, por caciques como Xiutleque, jefe de gran prestigio; Petacal, señor de Jalpa; y Tenquital, de Tlaltenango. El plan indígena pretendía atraer a los españoles de otros lugares para luego acabar con ellos, propagar la rebelión sin límite de fronteras, traspasando incluso Jalisco y Michoacán, mientras los caciques locales atacaban a los españoles del lugar. (Flores Olage et al. 1996).

Oñate y sus hombres son vencidos por los rebelados en el Mixtón, obligando a éste a preparar la defensa de la ciudad de Guadalajara, que entonces se encontraba más al norte de su lugar actual, en Tlacotlán.

El conquistador Pedro de Alvarado en ese momento se encontraba como Adelantado en camino hacia California, cuando desembarcando en el Puerto de Navidad, recibe informes sobre la sublevación y se dispone a castigar a los rebelados, que continúan aumentando en número.

Se presenta el combate del que con dificultades logra escapar Alvarado y sus hombres, siendo perseguidos hasta las cercanías de Guadalajara. Después de la muerte del adelantado Pedro de Alvarado,  aplastado por un caballo durante su retirada luego de ser derrotado, la insurrección cobró nuevo aliento, llegando incluso a poner sitio a la ciudad de Guadalajara, cuyos defensores sin embargo logran romper el sitio, pero sin disminuir la amenaza sobre la ciudad, ante lo cual el virrey envía al oidor Maldonado a detener la expansión del levantamiento.

La insurrección amenazaba con extenderse a México y para evitar que se alzasen los pueblos de Avalos y los de la Provincia de Michoacán, el virrey envió precipitadamente al oidor Maldonado con algunos jinetes. Estos trabaron un encarnizado combate que duró más de tres horas y en el que murieron gran cantidad de indios. Huyeron los demás y cayeron muchos prisioneros a los que les aplicaron distintos castigos: a unos, el hierro del esclavo, a otros, la horca y a otros la mutilación. (Galaviz, op cit: p. 102).

Ante la extensión de la insurrección el propio virrey Antonio de Mendoza se vio forzado a dirigir la campaña contra los levantados, al frente de un ejército que según algunos cálculos constaba de  “más de cincuenta mil entre tlaxcaltecas, mexicanos, purépechas, huejotzincas, chalcas, además de 300 jinetes y 300 infantes españoles, con 8 piezas de artillería.” (Carmona, 2012)En su campaña el Virrey Mendoza vencería con dificultades los diferentes bastiones de la resistencia indígena:

Con avances tortuosos, Mendoza vencería en Nochistlán y Juchipila, logrando su más dramático triunfo en la batalla del Mixtón, considerado sitio inexpugnable y vértice de los deseos cazcanes de acabar con el invasor extranjero y restaurar las tradiciones ancestrales. Finalmente el virrey venció, mas no pudo aprehender a todos los insurrectos, porque muchos indígenas prefirieron la muerte y se lanzaron al precipicio, sin que después se supiera casi nada de los principales caciques. (Flores Olague et al. op cit.).

Sobre la el resultado y la cantidad aproximada de las muertes indígenas en la batalla del Mixtón, Alberto Carrillo Cázares afirma:

Todavía después de sofocar a fuego y a sangre a los rebeldes en esa batalla del cerro del Miztón, en que “murieron en lo alto más de diez mil yndios y se despeñaron otros tantos entre chicos y grandes y mujeres, y se cautivaron más de tres mill”,(Tello, 1968: pp. 321-322, ápud Román Gutiérrez, 1993: p. 369, ápud Carrillo Cazares, 2000: p. 40) continuaron los alzamientos de los indios del norte: “Después de la guerra del Miztón y hasta fines de la década de 1540, varios de los caciques que sobrevivieron a ese alzamiento chichimeca, en zonas muy localizadas continuaron manifestando su presencia a través de ataques a los pueblos indígenas y a los españoles que transitaban en la Nueva Galicia”, (Román Gutiérrez, op cit: p. 370, ápud Carrillo Cazares, op cit: p. 40) el principal conductor de la guerra del Miztón, el señor caxcán de Nochistlán, llamado don Francisco Tenamaxtle, remontado las serranías de Tepeque, Zacatecas, persistió en su heroico esfuerzo por alcanzar una justa solución al conflicto, aliado con el cacique  zacateco Chapoli.(Carrillo Cazares, op cit: p. 40).



Consecuencias

Miguel León-Portilla recoge un testimonio indígena sobre la Guerra del Mixtón, el cronista náhuatl Chimalpahin Cuautlehuanitzin, que recogió la tradición oral de los ancianos de su tierra, la provincia de Chalco-Amecameca, de esta rebelión escribe muy poco, sin embargo capta su importancia y menciona algunos de los principales protagonistas, sin ninguna simpatía por los chichimecas, a quienes consideraba gente levantisca que serían durante muchos años una amenaza al septentrión novohispano.

Año 10-Casa (1541).- También en el murieron unos sacerdotes de San Francisco y don Pedro de Alvarado al que los ancianos llamaron Tonatiuh. Allá murió en Tlacotlan, y muchos michhuaques y mexicas. Y ya que así murieron esos sacerdotes y señores, enseguida el gobernante don Antonio de Mendoza, virrey de México, ordenó la guerra. Se mandó a la gente de todas las barrancas y de las espaldas de ellas, a todos los pueblos que salieran a Xuchipila para conquistar la tierra. […]Y cuando se comenzó en Xuchipila, allá fue a sus órdenes el hijo del noble que gobernaba, Tezcatlipopocatzin, habitante del barrio de San Pablo Teopan, en Tenochtitlan. Y también se puso en marcha don Antonio de Mendoza visorrey, fue a la conquista de los xuchipiltecas cuando se había establecido como su señor el que se llamaba Tenamaztle. De todas partes fueron de allí los pueblos de la tierra para que bien pudieran conquistar a los xuchipiltecas, a todos los chichimecas de Tototlan, de Nuchtlan [Nochiztlán]…Y cuando fueron conquistados los xuchipiltecas, los prisioneros fueron hechos esclavos por diez años. (León-Portilla, 1995: p. 47).

Este testimonio muestra que los indígenas del centro de la Nueva España no se sentían identificados con los caxcanes y zacatecos, sin embargo entendían la importancia de esa guerra y que los derrotados fueron esclavisados por los españoles, y en su memoria permaneció el recuerdo de esa terrible guerra.

Los indígenas aprehendidos, seis mil según Galaviz, fueron repartidos entre la fundación de la villa de Juchipila, en los distintos poblados y sus recién fundadas iglesias y en las regiones mineras.

Más adelante, a finales del año de 1546, al pie de un cerro con forma de joroba, bautizado como “la Bufa”, una expedición encabezada por Juan de Tolosa y auxiliada por 4 franciscanos e indios de Nochistlán, descubrió yacimientos de plata en tierras de los zacatecos. Iniciando poco después el apogeo de la minería en Zacatecas y la construcción de los caminos de la plata.

Ante la invasión de sus tierras, los zacatecos, guachichiles y guamares comenzaron a asaltar los caminos que iban hacia  Zacatecas y las estancias y pueblos de la frontera, en el 1550, iniciando así la llamada Guerra Chichimeca, que se extendería por toda la frontera de las zonas conquistadas y hasta 1590 aproximadamente.

Al respecto, Philip Powell considera que este prolongado enfrentamiento es una continuación de la guerra del Mixtón.

Cronistas contemporáneos (y documentos oficiales) colocan el principio de lo que llamaron la Guerra de los Chichimecas en el año de 1550, indicando una súbita y activa hostilidad de parte de los tribeños del norte. Sin embargo, eso fue verdad casi exclusivamente en el territorio de la audiencia de México. Como ya hemos indicado, las tierras que separaban a Guadalajara de la recién fundada Zacatecas nunca estuvieron en completa paz después de la Guerra del Mixtón, y pudo decirse que la Guerra de los Chichimecas, tal como afectó a la audiencia de la Nueva Galicia, no tuvo un principio tan súbito, pues fue de hecho, una continuación de la Guerra del Mixtón. (Powell, 1997: p. 44).

Carrillo Cazares, basándose en la propuesta de José Francisco Román Gutiérrez, delimita el inicio de la Guerra Chichimeca con la entrada en el occidente de la expedición de Nuño de Guzmán.

De manera que puede concluirse que “la entrada de Nuño de Guzmán en el norte de México abrió una frontera de guerra permanente sostenida por los nómadas y muchos pueblos sedentarios que prefirieron desplazarse a lugares más remotos para evitar ser esclavizados por los españoles o muertos por los mismos nómadas” (Román Gutiérrez, op. cit: p.366, ápud Carrillo Cazares, op. cit: p. 40). La ola de alzamientos sacudió las regiones de Coina, Nochistlán, Itzatlán, Acatic, Matatlán, Jalpa, Tepetestaque, Juchipila y Tlaltenango, que tuvo su clímax en el Peñol del Miztón. (Carrillo Cazares, op. cit: p. 40).

Una de las consecuencias de esta rebelión fue el traslado de la ciudad de Guadalajara más al sur, al valle de Atemajac, donde se encuentra actualmente, debido a la extensión de la guerra y los permanentes levantamientos.

La población de toda la zona al sur de Zacatecas y norte de Jalisco decayó dramáticamente, dejando amplias regiones deshabitadas, algunas de las cuales se poblaron con indios nahuas ya pacificados del centro del virreinato, principalmente de Tlaxcala, para tratar de atraer a la paz a los indios nómadas y tener mano de obra disponible en la región.

Al ser sofocado este levantamiento, los pocos sobrevivientes capturados fueron esclavizados, la institución de la encomienda continúo existiendo y la práctica de hacer esclavos a los prisioneros de guerra se mantuvo,  a pesar de las Leyes Nuevas promulgadas en 1542, realimentando y promoviendo las rebeliones, que continuaron existiendo en las zonas menos controladas y en las sierras, algunas dirigidas por antiguos caciques como Tenamaxtli y Chapoli, que sobreviviendo al sofocamiento de la rebelión, se dispersaron para continuar con su gente rebelados remontados en las serranías, y atacando en ocasiones las estancias y caminos del septentrión de la Nueva Galicia.

El antiguo caudillo de la Guerra del Mixtón, Francisco Tenamaztle persistió 9 años más sublevado en la sierra de Zacatecas, hasta entregarse pacíficamente a los franciscanos de Juchipila, quienes acuerdan enviarlo a Guadalajara con el obispo Gómez de Maraver. Sin embargo, el obispo muere y Tenamaztle es deportado a España para no volver, en España es encontrado por Bartolomé de Las Casas, quien defiende su causa ante el consejo de Indias, aunque de la resolución final no tenemos noticias.

Conclusión 

Esta rebelión logró unir a tantos grupos indígenas y extenderse tan rápidamente por todo el occidente, debido a que la explotación mediante el sistema de la encomienda, la invasión de sus tierras, los abusos de las expediciones militares (que debido a la dispersión de la población gozaban de cierta autonomía), la destrucción de su antiguo modo de vida y religión, por parte de los españoles, eran comunes a todos los pueblos de la región, la nueva situación que producía el sometimiento se volvió insostenible para los indígenas y la expulsión de la presencia española de sus tierras se vio como una necesidad urgente.

Xochipilla lienzo tlaxcala

Fue una rebelión anticristiana debido a que el cristianismo, que aún no había logrado arraigar en la cosmovisión indígena, estaba asociado a la hispanidad, los religiosos y los conquistadores eran vistos como uno mismo, y las congregaciones realizadas por  los franciscanos favorecían la explotación de los indios de parte de los españoles.

La represión de la rebelión caxcana, zacateca y tecuexe se llevó a cabo con tropas indígenas, mexicas, tlaxcaltecas, chalcas, huejotzingas y purépechas, muestra a la conquista militar de la Nueva España como un mérito indígena, el grueso del ejército era constituido por población de los señoríos aliados, dirigidos por los gobernantes españoles debido a que el centro de la Nueva España ya se encontraba conquistado y los españoles aliados con varios grupos o fracciones de ellos, y los diversos grupos no se sentían identificados entre sí, constituyen diversos señoríos y culturas, aunque comparten una cosmovisión muy similar. Sin embargo, si distinguen al invasor español como algo externo, por ello es que pueden los rebelados plantearse expulsar a los españoles y su religión sin distinción de fronteras.

Este episodio muestra a la conquista como un proceso complejo, la caída de México Tenochtitlán fue el hito más importante de la conquista, pero no significó el sometimiento de toda mesoamérica, grandes señoríos permanecieron resistentes. Así mismo, la población no quedaba necesariamente pacificada con las encomiendas repartidas, los pueblos congregados y la evangelización iniciada. Si bien la rebelión anticristiana y antihispánica inició en una zona escasamente evangelizada se expandió rápidamente y tuvo su punto más álgido entre las poblaciones ya cristianizadas, que destruyeron sus iglesias y restituyeron sus antiguos dioses.

Referencias.

Carmona, D. (2012). Tenamaztle Francisco, Recuperado de: http://www.memoriapoliticademexico.org/Biografias/TEF00.html

Carrillo Cazares, A. (2000). El debate sobre la Guerra Chichimeca, 1531-1585: derecho y política en Nueva España, México, Colmich-Colsan. Recuperado de: http://books.google.com.mx/books?id=tYVYDULra74C&pg=PA39&hl=es&source=gbs_toc_r&cad=4#v=onepage&q&f=false

Flores Olague, J. De Vega, M. Kuntz Ficker, S. y Alizal, L. (1996). Breve Historia de Zacatecas, México, Fondo de Cultura Económica. Recuperado de: http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx/sites/estados/libros/zacateca/html/zacatec.html

Galaviz, M. E. (1967). Rebeliones indígenas en el norte del reino de la Nueva España, México, ed. Campesina.

Gruzinski, S. (1991). La colonización de lo imaginario. Sociedades indígenas y occidentalización en el México Español S.XVI-XVIII, México, Fondo de Cultura Económica.

León-Portilla, M. (1995) La flecha en el blanco. Francisco Tenamaztle y Bartolomé de las Casas en lucha por los derechos de los indígenas 1541-1556, México, el Colegio de México-Ed. Diana.

Powell, P. (1977). La Guerra Chichimeca, México, Fondo de Cultura Económica.

Román Gutiérrez, J. F. (1993). Sociedad y evangelización en la Nueva Galicia durante el siglo XVI, México, Colegio de Jalisco/INAH/Universidad Autónoma de Zacatecas.

Guillermo Aguado Trejo       Colegio de Historia BUAP

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